Pero entonces, un leve sonido me mostró la belleza inesperada que se encuentra en el asombro.
Sonaron dos flautas,
aún lejos del alba.
Una figura bailaba.
“Lo cubre el cuero negro.
El cielo es,
negro
El lecho es,
negro.
La vida es,
azul como el mirlo.
Y la vista,
siempre se nubla…
Cuando su cuero ruge, paso tras paso.”
Se acercó a mi, en lenta danza de ensueño, entonces la música se hizo colores.
“Sombra, indistinguible de un desierto en luna llena.
Inmóvil, la desnudez astral permitió el encuentro.
Las estrellas, se estrellan a mis pies. Los colores musicales
me atraviesan como si no existiera,
y me llenan de movimiento.”
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