zymbolo

Suave, trilce, encuentro blasfemo el pasar.
Sobre pesados estigmas caen, mis árboles ya envejeciendo; 

y tiende el fuego a enfriarse.

¡Escucha! esto que digo nunca ha sido dicho, jamás. 

Hazlo, caza a tu presa
siempre atento como ojo de águila. 
Revuélcate en la inmundicia,
como un porcino, desesperado. 

La porquería reside en la corteza,
a menos que un desvío la lleve al centro. 

Así, el amor se convierte en odio.
Todo posee un centro, aunque no siempre se ubique en el interior.

Ahora sí, dicho esto, es hora. Hora de delicadeza.
Mirame bien:

Amor de flor, 
sed de cabello 
alguien se asoma, 
son ellos. 
Dulces niños 
navegan riendo 
atrayendo a mi la sonrisa 
porque ella es brisa.

La amo, así estoy viviendo, 
siendo.

Ella es alegría, 
es primavera, 
aloe vera, 
que sana la herida, 
con la poesía. 

Mi vida es su amiga
y ella es mi amante, 
placentera.

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