zymbolo

Solo un momento y ah...
cantar, bailar: estalla todo un universo.
Ver a través de tus ojos, tu constelación.
Verde azulada.

Hermosa.

Trance, trance, trance.
Amor, amor, amor.
Unión, unión, unión.

Y ahora me voy.
Dolor, dolor, dolor.
Pero estoy vivo.
Abierto, abierto, abierto.
Dando.
Expresando.

Sincero, sincero, sincero.

Brillan mis ojos,
bien desde adentro.
Conecto, conecto.
Sueño.

¡Ya está! Cambio brutal: una nueva aventura empieza
Mi estrella se aleja,
y a vagar.

¡Adios! 

Me voy a la inconsciencia.
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Cuando el invierno durmió a la última hierba, los pequeños animales se escondieron en la tierra.


Luego al mar:
“Lo navegué sin rumbo, sin querer dominarlo.
En la mar viven la luna y las estrellas,
y en la profundidad se encuentran
los secretos del silencio.”


Deambulé entonces por los pasillos del minotauro, allí donde no se ven las paredes, aunque se siente su angostura, y cada paso brilla, uno frente al otro.


“Pasan mis pasos
adquieren eternidad,
llenan mis lazos
de saber, de ánima.


Luego riman
con el pasar de la vida
y el camino crean,
al sonar, al cantar.


Se llenan, con luz del este
y frío del oeste.
Con los cielos del norte
y la oscuridad del sur.


Firmes, uno frente a otro
demostrando el ardor
la inteligencia,
y la voracidad.


Se proponen preparar,
mi cama mortuoria”


Trepé junto a otros animales, las montañas que sostienen al mundo entero:


“La montaña sublime, es humilde.
Se desliza sobre sí misma
hacia precipicios verde-negros.
También se deslizan sobre ella,
las criaturas de lo santo y sagrado.
Pequeñas, dulces, suaves, traslúcidas,
llevan consigo la pureza.

Respira, llega profundo:

Los espíritus de los Kodamas, resplandecerán ante tus ojos”


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Hoy soy melancolía, es uno de esos días.
Extraño.
Me enternece el sol por la ventana, tenue.
Siento amor por una planta y una flor muriendo.
Deseo. Deseo con todo mi alma dar el gran paso.
Viajar. Música.
Solo necesito compañeros.
Deseo salir. Irme, vida, fuego.
Acepto mi presente y lo amo, y agradezco, 
pero ya es otra cosa lo que quiero.
Quiero mi vocación ardiendo.
Hoy me abro, y solo caer me dejo
ante el ensueño de mi casa amena.
La extraño, la amo, pero ya no la quiero.
Siento y me duermo.

Así pasa el tiempo.

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